La historia de la
republica de Colombia ha tenido como es normal sus momentos de lucidez, de
gloria y de inmensa alegría, momentos que de la peor manera contrastan con
periodos oscuros, acompañados de sangre
y de muerte. De estos últimos no es ajeno el
fenómeno conocido como narcotráfico, introducido al país hacia los años
70, cuando Colombia apenas
conservaba aires de provincia y
soberanía que se fusionaban cándidamente
con idealismos de desarrollo. Fue en este entonces cuando la familia Ochoa y don Pablo Escobar Gaviria comenzaron a darle un giro inesperado al país, giro que produjo cambios drásticos en todos los sentidos
(culturales, sociales, políticos, económicos ) tanto así, que el eje sobre el
cual se movilizaba el país se vio completamente
distorsionado y casi suplantado
por este fenómeno, del cual hoy
conservamos un poco más que los vestigios de lo que fue una de las mas grandes tormentas que han sacudido al territorio
colombiano.
Colombia conoció al
“Robín Hood Paisa” aquel hombre que
remplazaba tugurios por barrios, hombre de grandes donaciones, una persona que
genero grandes empleos y dio pasos
agigantados para el desarrollo del país; lastimosamente este solo era un perfil
del monstro que todavía nadie conocía y que se fue develando poco a poco con innumerables rastros de
sangre, pequeños indicios de torturas y muertes que Pablo ejecutaba a cada
paso. El hombre que Colombia conocía sufrió una especie de metamorfosis. Después
de que el estado emprendiera una cadena de investigaciones, hacia sus negocios
e inversiones que le proporcionaban
grandes cantidades de dinero, tanto así, que lo convirtieron por un determinado tiempo en el dueño de la
republica colombiana, dichas investigaciones desprendían el velo que tapaba al
más grande narcotraficante que ha nacido en estas tierras mostrando cada vez más las verdaderas
dimensiones del monstro que ha brotado de las cordilleras antioqueñas.
Después de que el
periódico el espectador emprendiera una especie de conflicto con Pablo Escobar
Gaviria el territorio colombiano fue un
campo de batalla el cual tenia en su derecha
al máximo narcotraficante con un imperio recién constituido, pero
poderoso y en la otra esquina al estado colombiano muerto del susto, ante la
guerra que se desataba en contra de
semejante capo, el conflicto comenzó como era ya sospechado dejando periodistas, magistrados,
candidatos y todo tipo de personas que estuvieran a favor de la extradición en
Colombia, y que se opusieran ante los veredictos del rey, como victimas
directas de las balas lanzadas por los trabajadores de Pablo.
El conflicto en
Colombia alcanzo magnitudes estrafalarias, tanto así, que era peligroso salir
de paseo e ir al supermercado. Colombia se convertía en un escenario violento,
donde la sangre estaba al pie de la esquina y el miedo y la zozobra estaba
presente en todas las familias colombianas. Zozobra que se pensó acabaría con la muerte del capo el día 2 de
diciembre de 1993 en manos de el grupo
de búsqueda creado por el estado solamente con la misión de asesinar al capo,
pero el día de hoy nos damos cuenta de que Pablo Escobar Gaviria no murió.
Pablo Escobar
Gaviria con las verdaderas características del superhombre dibujado por
Nietzsche no se borrará jamás del territorio colombiano, pues aunque el capo haya
sido extinto, su semilla quedo sembrada bajo el cielo colombiano como lo
reitera alias Popeye, uno de sus camaradas, el cual argumenta que el negocio
del narcotráfico continuó aun después de la muerte de Pablo pero bajo
diferentes nombres, “después de pablo quedan liderando en
Colombia los Rodríguez Orejuela, en su tiempo nace el paramilitarismo que son
narcotraficantes con bandera y escudo, y luego nacen las autodefensas que son
aun más ambiciosas y logran sembrar amapola en Colombia convirtiéndose así en
los dueños del país, liderados primeramente por Carlos Castaño y hoy operan cientos
de hombres bajo el nombre de las bacrin
que es lo mismo ”. Aunque el
narcotráfico y las farc hoy en Colombia
son un fenómeno en decadencia, tenemos que aceptar que no se encontrara un fin
al secuestro, la violencia, y la industria de las drogas hasta que no
tengamos una republica basada en
principios de justicia para todos, pues lastimosamente el pueblo colombiano vive hoy sumido en
amplios estándares de desigualdad, lo cual nos pone en el punto más propenso
para adoptar este tipo de acciones. Colombia es hoy una sociedad excluyente que
tiene problemas de falta de oportunidades y desempleo, factores que proyectan una sociedad al narcotráfico,
encontrando allí una manera de empleo y de encontrar dinero fácil y
rápidamente. Además sobra decir
que Pablo logro introducir más halla de la conciencia colectiva del pueblo colombiano, la cultura del narcotraficante:
aquel hombre que puede comprar todo, tener todos los lujos, satisfacer todas
sus ambiciones por imposibles que sean, infiltrarse en todas las agencias
secretas, sobornar todas las autoridades, corromper fuerzas militares, hacer arrodillar a un país
entero, ser un dios entre los hombres. De alguna manera pablo demostró que es
posible lo imposible. Así que los hombres nuevos, los jovencitos de esquinas
ven una posibilidad de salir del suplicio, que es la vida en algunas partes del
país y adentrarse a las grandes esferas por medio de sangre, fuego y cocaína.
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