Desde sus más remotos
comienzos la civilización tiene como
propósito fundamental alejarnos de la
naturaleza, de una animalidad amenazadora, de esa bestialidad desmedida y de ese origen, al cual hoy ya no pertenecemos.
El hombre se auto escindió de un mundo natural, al tratar de implementar un sin
numero de reglas y normas, que en primera instancia favorecieron sus propósitos
de cacería y de trabajo, pero que después, estas mismas reglas y normas, se
convirtieron en el eje central de una sociedad que giró por largo
tiempo, en base a cánones netamente religiosos, que terminaron por circunscribirse
en una constitucionalidad ético-cultural, basada en controles legales y
jurídicos, que el día de hoy NO alcanzan a
garantizar un comportamiento apacible y la mejor convivencia entre
nosotros.
Hoy después de un proceso de civilización de mucho más de 2000 años, este
tipo de reglas y de normas que buscan garantizar la mejor convivencia social entre
los hombres, proliferan de manera
desmedida, desnaturalizada, pero que quede claro, dentro de un gigantesco marco racional, tanto
así, que el hombre hoy se encuentra encerrado dentro de constituciones que operan con cientos de artículos,
religiones con millones de pecados y familias con miles prohibiciones, que
terminan por formar una conciencia irreductible y
dogmática; aunque no débil e independiente. Conciencia que ultimó por reducir lo que un día se llamó libertad, a simples
sensaciones ingenuas, pasajeras y
esporádicas. En estos momentos me atrevería a decir que, el hombre término siendo una marioneta cuyos
hilos son movidos por los propósitos racionales de una civilización
decadente.
Decadente en cuanto al sentido de que en cualquier caso el hombre pertenece a ambos mundos, entre los cuales por más que
se quiera esta desgarrada su vida. El mundo de la razón que es la base de la vida humana, pero esta
sistematización no nos adsorbe enteramente y si bien nuestra razón manda, nuestra obediencia no es jamás
ilimitada. Con su actividad el hombre edifico el mundo racional pero sigue
subsistiendo en él un fondo natural originario, fondo en el cual confluyen la
violencia, la bestialidad, la perversidad,
la libertad, los impulsos o simplemente
el antiquísimo animal.
Lo anterior simplemente para concluir
que la libertad como fue conocida anteriormente mucho antes de filosofía
griega y con ella y quizá también por la filosofía medieval refiriéndome exactamente a
Michel de Montaigne, la libertad todavía
existe en su misma esencia, pero su cara a cambiado, la forma de representarse
en la realidad hoy es diferente y exigua, la palabra perfecta para designar la
libertad en la contemporaneidad es transgresión. La libertad en medio de las
normas que rigen la sociedad se convierte en transgresión, simplemente por que
ella va directamente en contra de los propósitos de sociedad cartesiana
infundados desde un continente europeo también decadente. La libertad hoy se
convierte en esa salida de lo cotidiano, en un escape al tiempo y al espacio
para emprender un viaje que esta justamente es el límite de lo irracional
dentro de la racionalidad que hoy es el hombre, teniendo en cuenta que también
hay una irracionalidad que no olvida. El ejemplo puede ser justamente la “ola”
película alemana dirigida por Dennis
Gansel donde un profesor funciona como elemento incendiario, como un
magnánimo viento que empujo una ola. Un número de jóvenes que se
deja arrastrar por una clase de autocracia que los lleva a las últimas
consecuencias, lo verdaderamente interesante es que el profesor les ofrece
libertad bajo un dogma que transgrede la funcionalidad activa del colegio y de
la sociedad, un dogma dentro del cual ellos puedan rayar las paredes, y hacer
cosas que antes no podían, bajo el régimen de autocracia adquiera el poder que los impulsa a
transgredir, hacer uso efectivo de su libertad. Encontrándose en la película
una situación donde confluyen poder, transgresión y libertad. Fusión que
terminar por aniquilar la intrépida ola contra las gigantescas piedras del
acantilado, o para alejarnos de una vez de metáforas literarias contra la
tragedia y el presidio.
No es ajena Elephant la película dirigida por el transgresor estadounidense Gust Van Sant; basada en la
masacre ocurrida en el instituto Columbine, donde dos jóvenes deciden atacar al
resto de la comunidad estudiantil, sumida en una cotidianidad desmedida, llena
de problemas y normas INTERIORIZADAS que
no permiten una libertad esencial, por
el contrario, se encuentra una libertad constreñida, encerrada regida por
principios éticos y morales, tan aparatosamente normales , que es estrictamente necesario interponer entre ellos
un hecho extraordinario, que permita un
salir de marcos lineales o racionales, para buscar experiencias que posibiliten un escape
a lo cotidiano. La experiencia es simplemente la fusión del sujeto con el
objeto en el entero desconocimiento, lo
que proyecta una sensación de indeterminación, una caída del tiempo y el espacio
donde pueden confluir: la libertad, la
violencia, el erotismo, la perversidad y otros
sentimientos que componen lo humano, el problema radica en que hoy la sociedad opera, o mejor, quiere operar en un marco de cordura o
sensatez. Marco que se hace estrictamente necesario romper, para buscar
aquellos sentimientos que hoy se encuentran dormidos, por propósitos racionales;
pero que en cualquier momento pueden
despertar y recordarnos el ser libre y continuo que alguna vez fuimos.
Para ser un poco más profundos cabe
resaltar el importante trabajo del colombiano Andy Baiz, donde además de
ejemplificar de la mejor manera la sociedad
canónica de la que hablo, también
se sumerge en la psicología de un hombre que siente asco de una sociedad
absurda, sucia y además decadente. A diferencia de la ola y de Elephant el protagonista es un hombre viejo, que ya ha
recorrido los azares del tiempo, viejo
en el cual ya no se encarna esas
ansias desmedidas de romper con
las normas, ni tampoco la intención de buscar la libertad que le es
inherente. Eliseo es un personaje que
simboliza el “ENUI” ese sufrir, ese desconsuelo, ante lo
superflua y absurda que puede llegar a ser la vida y la sociedad que en últimas
la compone. Finalmente Elíseo empieza una cadena de asesinatos que terminan con
el gesto más emblemático y liberal en la vida, que es el suicidio, igual que
finalizaron las otras dos películas mencionadas, para dejarnos claro que hay
una libertad secuestrada, encerrada, que busca una rápida salida, que le permita
encaminarse a su esencia. Y supremamente que el hombre en ultimas debe retornar a la libertad, por más razonables
que seamos hoy, puede volver a dominarnos esa libertad que en su esencia se
diluye con violencia, crueldad y
perversidad. Libertad que al retornar ya no es natural; sino que es la libertad
de un ser razonable, que intento obedecer, pero que sucumbe ante el impulso que
en si mismo no puede reducir la razón.